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lunes, 25 de agosto de 2008

25 de Agosto

Me hundo léntamente a través de las horas. Con ese gesto mecánico que parece existir desde siempre, aseguro las llaves de casa y que los zapatos estén limpios. Echo la última ojeada, sin prisas y sin nada que mirar.

Demoro, consciente, el momento.

Esta vez no me llevo nada en los ojos. Al cerrar la puerta dejé con cuidado tu aroma sobre la encimera del baño; dejé el sabor de la sal en la cocina; la dulzura de la brisa del mar esperándome en la percha del recibidor. Salgo sin defensas y sin más lastre que esa abrumadora sensación de inutilidad en mis actos.

El sol del medio dia es implacable, no sabe de espacios íntimos, penetra sin piedad en todos los rincones y descubre el brillo de sudor en mi frente. En la carretera nada ha cambiado hoy, las mismas curvas de cada día siguen en su sitio, las mismas prohibiciones y esas chicas de la puerta del bar que siempre parecen la misma chica, sea cual sea el color de su piel.

Durante la mañana procuré no hacerme ninguna pregunta impertinente. He recurrido a la mecánica de los días insoportables. A saber: echar un poco más de café instantáneo en la taza; no comer nada sólido; ducharme dejando que el agua corra por mi cuerpo desde la cabeza a los pies, y nunca al revés; elegir con pereza la ropa que he de ponerme, sabiendo que mi piel va a rechazar cualquier sucedáneo de su desnudez; tomar mi segundo café.

Y mirar por la ventana.

Y recordar esos versos escasos de anoche, leídos como siemrpe al azar, en voz baja primero, para ella después:

"La acusación estuvo demasiado tiempo dentro de tu lengua,
Eres tardío como las sustancias destinadas a la dulzura.

Lames mi piel hasta que brotan signos y tus sollozos forman bóvedas en mi corazón.

pero mi piedad está habitada por animales muy esbeltos, por animales persuasivos y otros versados en la fugacidad.

Solo tu eres exterior y horrible: el que robó mis actos y no duerme;

el que está ciego en la serenidad

................

Yo he puesto días en mis ojos y mis acciones son como el olor
de la resina en un lugar profundo.


Sólo vi luz en las habitaciones de la muerte.


A las 6 de la tarde en mi consulta: ¡Hola Isabel!, ¿cómo te encuentras?.