Se me ha partido en dos la
noche
y ahora no sé
si adorar el recuerdo de tu
tacto
y esperar a que un beso me
despierte,
o acabar de una vez con esta
nube
y dormir, como debo,
pegado a la razón que me da
vida.
Todo depende del deseo
que a ratos se me cuelga en
la mirada,
y de tus labios.