Sobre esta
casa se alza la distancia
que separa
tu rumbo de mi nombre.
Allano tu
camino,
esparzo mi
simiente derramada en los árboles
sin
gritarle a tu ausencia.
Desgasto el
brillo de los ojos
apartando
las piedras por la noche
vaya a ser
que tropieces si regresas.
Pero solo
consigo
vencerme al
sueño el día entero;
darme de
bruces
contra un
nuevo crepúsculo.
Si algún ruido
me abre los ojos
y,
desvelado
presintiendo
tu olor,
me acerco
hasta la puerta
para ver si
has venido.