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jueves, 24 de septiembre de 2009

Elói, Elói, ¿Lámah sabájtani?

Yo empecé con fé. Puede que ahora me sienta triste y cansado. Así que hazlo pronto, porque si no me voy a arrepentir...


Abro con mis dedos la esencia de la noche.

Aún no conozco el nombre de la bestia
que muerde suave la flor de los tiempos.

No he nacido aún,
ignoro el nombre de las cosas;
el sabor del olvido.

Me he deslizado desde el útero
hasta los gusanos y los planetas,
vestido del plumaje de los océanos.

Contemplo desde el aire
el hecho eterno de la muerte;
me desdoblo en el páramo
viendo cómo nace el hijo del frío.


8 comentarios:

Santiago Solano dijo...

No sé, Manuel. Sencillamente me gusta. Ese abrir con los dedos la ventana de la vida es impactante. Suena todavía el desgarro de la tela que nos separa del otro lado en mis oídos.

Lo de la suave flor de los tiempos acentúa hasta el espanto la sensación de fragilidad en la que nos movemos, en este lado de lo consciente.

Y el ver desde arriba, desde la distancia, la muerte como una constante para luego dejarse caer en el páramo y nacer, incluso a sabiendas del frío de la vida, es estremecedor.

No sé qué dirán los demás. A lo mejor alguien arguye algo técnicamente, pero de contenido va sobrado.

Y el título, acertadísimo. Precisamente un punto candente para todos: creyentes/no creyentes

Un abrazo.

Emilio Porta dijo...

Es, sencillamente, impresionante. El poema, que es el lienzo. Y el marco...

"No he nacido aún, ignoro el nombre de las cosas...".
Tanto la lectura directa, como la lectura metafórica de todo el poema... Podría escribir, sin detenerme, líneas y líneas de asombro y referencias interiores... Tanto me sugiere tu entrada...que sólo puedo decirte...gracias por abrir las vías de nuestra mente, por intentar rasgar la Oscuridad con el puñal del Cansancio y de la Duda, armas que el Hombre esgrime ante la inmensidad del Destino, para intentar vencerle.
Y que nos acompañan siempre aunque deseemos, inútilmente, librarnos de ellas. Pero es imposible, nos las ha marcado la evolución y la historia, a sangre y fuego, en nuestro transcurso.

Pilar dijo...

Este poema ya me gustó en su día y ahora vuelve a gustarme lleno de visiones en rojo, quizás algo "infernales", que luego se compensan con ese aire y ese frío al final. Esta lleno de vida y sensaciones.
Un beso

Alicia dijo...

Tras leer tú poema varias veces, informarme ampliamente sobre el título y encontrar una música que, desde mi punto de vista le encajase mejor: http://www.goear.com/listen/db4aff1/Eli.-eli
Mientras la escucho procedo a comentarte qué me ha sugerido.

El origen de un ser desde la fluida oscuridad de las entrañas hasta llegar la etérea y fria muerte que ponga fin a la existencia. En el camino mucha soledad.
De nuevo el binomio inseparable vida-muerte, principio y fin que pierde todo su sentido si no se mantiene la esperanza en la eternidad.

Manuel me ha resultado complicado expresarlo. Seguro que he tardado más que tú en hacer la poesía. Si no he atinado en lo que querías expresar te toca hacer a tí hacer el ejercicio de retomar el poema y adivinar cómo he hecho dicha lectura.
Un Abrazo

Anónimo dijo...

Un poema bellísimo, Manuel.
Si me lo permites me quedo con:"NO HE NACIDO AÚN,IGNORO EL NOMBRE DE LAS COSAS; EL SABOR DEL OLVIDO". La ignorancia, a veces, es un privilegio que evita el sufrimiento. Aunque yo prefiero saber a ignorar, y apechugar con las consecuencias.

Un beso.
Mila

Manuel dijo...

Lo que más me alegra es que cada uno ha dado su parte de vida a lo escrito. Supongo que coincidireis conmigo en que esa es, precisamente, la esencia del poema: vosotros.

Gracias por compartirlo.

Mari Carmen dijo...

Has conseguido mezclar bestia, gusanos, morder, con flores, océanos y planetas; sin restarle ni un ápice a la belleza que emana del poema y añadiéndole más expresividad y fuerza.
¡Me gusta! Enhorabuena.
Un saludo.

Manuel dijo...

Alicia: tardé 57 años en poder escribir ese poema... No se si tú has tardado más en comentarlo.