
Tu propuesta es clara:
¡ámame sin molestarme!.
Y me recuerdas que
antes,
cuando amaba tu cuerpo sin hacer,
todo era tranquilo.
¿Cómo te explico mi angustia
cuando llamas desde el ruido del bar,
si ahora te pienso - ya hecha -
cubierta con ropas escasas y ojos huecos
en un ciclo que no tiene fin?.
Así que, solo por supervivencia,
tomo una copa redentora
y cierro los ojos
pensándote como si esta vez
no te hubieras ido