Para Santiago Solano, porque cada paso que apoye su proyecto es una vocación. Porque creo que la voz Universal de las letras no tiene dueño. Porque, como cantaba Mª del mar Bonet... "Si tu tocas y yo canto quiere decir que nos entendemos, Y todo el camino que hagamos será para ir hacia delante"
El desierto es un bosque que ha iniciado la flexión de sus ramas.
Duda y avance, el desierto muestra sus sueños, y es el caballo azul que cuelga en lo alto.
Pero dentro, el alacrán ha mutado, se esconde bajo formas húmedas de serpientes.
El humano animal llora tendido sobre el verde vertical del castaño, mientras tensa el alma del arco. Y la flecha que apunta a la paloma, siente la quietud y la muerte.
Nota que falta el sustento del aire bajo el ala herida del águila.
El mármol de una ninfa cobra vida al fondo del jardín. Se muestra la cara cruel de los Dioses vencida por la calma.
Llegaron los hombres de azul y pusieron farolas en aquel callejón lleno de besos y de sexo renovado cada día.
Después adoquines y aceras anunciaron la próxima apertura de nuevos locales de ambiente.
Enviudaron los hijos de las sombras cuando otros, más grises e interinos, descubrieron un cartel que rezaba: “Callejón de la esperanza perdida”.
Quedó inaugurada la calle, huérfano el barrio, y Pedro, el del bar del alcohol por litros, vive ahora jubilado en su caseta, sin vistas al futuro, sin pensión, soñando que un mal viento que no llega arranque los carteles y las placas, devuelva el callejón para los besos y el bar para los litros y las penas.
Porque si. Porque me ha apetecido poner esto esta noche, ya que el ordenador me ha dado la alegría de funcionar.
¿Dónde para la luna fría tus ansias?. Me estrello en tu piel de mármol cada noche, en la tarea de varar mi cuerpo en la arena, como el suicidio absurdo de los peces.
¿Dónde estás, niña de arena y algas, en creciente? ¿Dónde estás en la noche que me quema?
Viajo a lomos de la cólera para rozar tu piel Y te escapas como los sueños al despertar. ¿dónde estas niña del celo enamorado?.
Ni lo salvaje de mi ser se te acerca.
Tarde despiertas a la rosa!: Murió ayer, pisada, Una vez más.
Como un intruso penetro en el universo vedado de tu amor. Me siento inseguro en él. Camino un trecho sin besarte y al final claudico a tu sonrisa.
Mátame en el amor y vete al rincón de tu absurdo, Es neutro, Como la decisión de amarme.
Solo se correr en esta noche Tras el rastro de los besos gastados.
¿Y quien temió al abismo?. La copa de vino se derrama. La mirada se fija y caen gotas de cera Sobre la piel desnuda Que espera una caricia.
Ven, esta noche, que no hay otra en donde saciar la sed.
Ven, dame tu jugo, que la arena me traga hasta ahogarme.
Me quema el canto suave de tus curvas amadas. Ven!, comeré tu savia elemental. Quiero ser pluma, cincel, Sobre la piel de la que no desisto. El príncipe de mármol en la sentina de tu despecho. ¿Cómo haría la verdad sino a golpes de tu ausencia?
Otra noche que no es la noche de la sangre, no existe.
Como el pensamiento vano, como la guerra perdida del cobarde.
Las noches son la savia del Universo, Crecen en una copa de vino rubio y frío, ascienden como cerezas en el tinto embriagador. Mueren Dulces en la cuna del licor blanco que nos habla, por fin, Del Universo entero.
Nadie vio la luna de los perezosos, De los tristes, de los serios. Ha muerto por falta de auditorio.
Tuve entre mis manos, por un instante, la esfera de la vida, llena de luz.
No era tan sorprendente como la había pensado. Solo era eso: una esfera de luz. Me asombró el cambio profundo de mi ser ante esa visión, aceptarla como núcleo vivo, entenderla a pesar de todo.
Y ví en ella a cada uno de nosotros con sus filamentos sólidos, elásticos, imaginarios lanzándose al vacío de la razón que de nada nos valía en este trance.
Cuando la costumbre es contemplar movimientos y formas conocidos duele saltar al otro lado, ponerse a comprender como se siente sin oír sin hablar sin ver
Luego, sentados en la arena, te enseñé el secreto de la mirada, aquello de ver si ojos.