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martes, 30 de noviembre de 2010

PHUKET

Comienza de nuevo el rito: listas, maletas, equipaje… Otra vez la ilusión en bandolera para saltar al otro lado del mundo.

Más de 9 meses de gestación, entre idas y venidas, convocatorias, pasajes, gente que se suma y otra que se resta. Y, por fin es una realidad.

Esta vez la cosa se pone desapacible, porque hay que estar en Barajas sobre las 3 de la mañana. Salimos a las 6 hacia Ámsterdam. ¡Menudo viaje!. Yo no quiero ir a Ámsterdam. Y no es que me importe ir allí, no: es que mi objetivo está un poco más lejos. ¿Cuánto más lejos?.

Veamos: Llegaremos allí y esperaremos a que un monótono altavoz escondido nos diga que nos vayamos a algún lugar de aquel aeropuerto, tan inhóspito como todos los demás. Y montaremos en otro avión, esta vez de otra compañía, de las líneas malayas, creo, para irnos un poco más hacia el Este. Esta vez hasta Kuala Lumpur. ¡Así que no os cuento!. Pasaremos media vida dormitando en nuestro asiento del avión, entre películas de dudosa calidad, comida más dudosa aún y sueños benéficos que nos hagan más cortas esas muchas horas atravesando Europa y Asia en dirección al sol naciente que se estrella rápidamente contra nuestros ojos.

Vamos a ver otra zona del océano, con las mismas rocas, los mismos peces, quizá otros tiburones que deseamos fervientemente encontrar. Bichitos pequeños a los que fotografiar. Otros días para convivir a bordo de un nuevo barco. Todo es igual que otras veces, pero es distinto. Ese es el juego. el agua será salada, como siempre; la profundidad más o menos, pero eso tampoco es novedad. Puede que el paisaje submarino sea muy parecido a tantos otros. En el fondo, creo, lo que buscamos es un nuevo espacio donde convivir, quizá la emoción de alguna cosa que no hayamos visto. Pero, sobre todo, deseamos ir al encuentro con un mundo que se mueve más allá de nuestra frontera cotidiana.

Esta vez en Thailandia.

Ya os contaré el resultado cuando regresemos. Espero que haya algún episodio emocionante, de esos de corrientes marinas que nos arrastran lejos de los barcos, tiburones asesinos cuyas fauces amenazantes se ciernen cerca de nuestras máscaras de buceo; abismos profundos que descendemos a riesgo de que el aire se acabe en lo más hondo y quedemos atrapados en un laberinto de sirenas y caballitos de mar risueños…

De momento, nos vamos…

domingo, 21 de noviembre de 2010

No me gusta suplicar


No me gusta
suplicar —cuando menos me lo espero—
que no te vayas,
ahora que el tiempo se termina.

Tendría que cambiar el calendario.
Descomponer el tiempo por la noche
quedándome en silencio.

No pensar
en los cajones ocupados de tu armario,
en la luz encendida de tu alcoba…
En el aire que es viento al respirar.

Dormirme en la primera luz del día,
ser poso de café que tu te bebes.

Hoy me encontré,
con el respeto hecho pedazos,
tu vivir colocado entre paréntesis.

y el cielo que revienta en un instante.

martes, 16 de noviembre de 2010

Africa... Tú también



Se arruga un poco más bajo la jaima al borde del desierto. Veinticinco años es mucho. Es mucho hasta para alguien acostumbrado por raza, por pobre, por costumbre… a esperar.

La única cabra que pudo atesorar, era ordeñada cada día con ternura, cuidando que ese maná prodigioso que salía de sus ubres, llegase a la boca salvadora de su nieto Rashid.

La madre de Rashid se afana en la promesa de una huerta exigua.

Y todos miran al norte, hacia ese mañana de promesa más allá del desierto, por encima del invasor.

Un golpe seco, apenas diferente del ruido que hace un leño al caer, le saca brutalmente de sus recuerdos. Ahora, una flor que se ensancha va tiñendo la túnica que fue nieve en la noche del sahara.

Fuera, el estruendo crece, se hace atronador, se aleja poco a poco, dulcemente…

¿Por qué duele tanto?.

domingo, 14 de noviembre de 2010

DECLARACIÓN DE INTENCIONES


Prometo no admitir anticipos de la muerte,
saltarme los preceptos de uno en uno,
bajar los escalones como quiera.

Vivir la madrugada a contrapelo
dejándome las luces encendidas
sin temer que nos vean los vecinos.

Prometo no aceptar prebendas de los Papas,
y recordar siempre quien soy.
Describir los renglones de la vida
como trazos torcidos de la suerte.

Y, si llegara el caso,
beber hasta saciarme tendido entre tus muslos
sabiendo que la parca me ha encontrado
totalmente borracho,
en mi mejor momento.


martes, 9 de noviembre de 2010

COMO LOS POETAS



Tienen manos pequeñas,
un miedo inconfesable
y más de una grandeza en el cajón
de las causas perdidas.

Testigos mudos
de un tiempo en blanco y negro;
herederos de reinos sin opción a abdicar.

Los últimos mohicanos en un mundo
poco dado a ceder
sus derechos de autor.