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sábado, 22 de agosto de 2009

Elvira


La habitación es verde y huele a lejía. Ellos visten de blanco. Elvira los ve y los distingue; no sabe sus nombres. Tampoco le interesan

La misma imagen se sucede cada día desde hace meses. Los mismos sonidos detrás de la ventana enrejada. Los ojos y los oídos de Elvira han crecido. También han crecido sus pies y sus manos.

Sus manos...

Donde la mano del psiquiatra la aferró aquel día, crece una costra pertinaz que ella mira con desgana, sin demasiado asco. La mira como quien mira la victoria que conocía desde siempre.

Y habla, habla mucho, Elvira habla con la mujer vestida de negro. Durante todo este tiempo ella ha sido su única referencia, constante, cercana, amable. La mujer de negro también huele la lejía, como Elvira, y escucha los ruidos que vienen de fuera como la nieve al caer.

— ¿Cómo está mamá?. — pregunta Elvira a la mujer de negro.

— Ha cambiado — responde —, ahora no es aquella que veías con los ojos cansados. No es aquella a la que pegaban y callaba. Ahora es un ser de luz.

— ¿La puedo ver?. — Elvira pregunta sin ansia, con deseo pero serena, en la habitación verde.

— Pronto. — dice la mujer vestida de negro — . Ella te espera.

La clase diaria de Elvira es ver sin los ojos. Ha conseguido escuchar al psiquiatra subida en una luciérnaga.

Es nueve de noviembre. El ambiente es de fiesta. Se nota porque los de blanco entran menos en la habitación: esta mañana solo dos veces. A las 8, para despertarme con un termómetro (que no se por qué llevan un año poniéndomelo, si no tengo fiebre nunca), y a las 12 para anunciarme — anuncio inútil, desde hace casi un año — que pronto me servirán la comida.

Elvira sabe que esta cerca algo importante. Anoche, la mujer vestida de negro la acompañó hasta un acantilado oscuro. Hablaron y la ayudó a saltar al abismo. Era el final de todo un círculo de aprendizaje. Elvira se desintegró en el salto para llegar al fondo del mar reunida en sí misma, sin daño alguno.

Se sintió feliz.

Luego le dijo: tranquila, dentro de poco todo acabará.

Hoy es 12 de Noviembre de 2010. Se ha declarado un pavoroso incendio en el Hospital. Elvira, ya libre, sale entre las llamas sin que nadie lo impida.


(Inventario. Sabina. De cuando mi novia era su novia...)


16 comentarios:

La Solateras dijo...

Inquietante relato, Manuel. Lo he leído tres veces y aún así no sé si lo he entendido, soy demasiado elemental. Creo que algunos somos a la vez Elvira y la mujer de negro. Muy bien escrito.

Anónimo dijo...

Es agosto. El tiempo tiene otro sentido. Se nos escapa menos, así está montada la sociedad. Pasear es un buen ejercicio para estar en forma. A veces se hace acompañado. En mi penúltimo paseo, Javier me ha abrumado...y le he agradecido profundamente el espacio de amistad que me ha dedicado. No es otra mi intención, en los comentarios, que acompañaros/nos en un camino común, con diferentes estaciones, sin duda. Pero creo que vamos en un buen tren, del que somos sólo vagones, y en buena dirección. Todos sabemos quien es la locomotora. Yo a veces también me rebelo contra el principal maquinista. Y le hago una Elvirita, pero de una estatura corta, seguramente, para sus deseos. Esta Elvirita tuya, sin embargo, es espléndida. En eso nos movemos, la Literatura, los afectos... Pero sin mentir. Yo jamás apoyaré algo en lo que no crea, que no me guste, que no me parezca que tiene calidad. Lo juro. Por eso puedes estar tranquilo en la parte que te toca, Manuel. Porque tu relato es magnífico, en mi modesta y subjetiva opinión. Pero eso, con ser notable, no es lo único… Lo más importante es ver lo que sale de esto. De este proyecto común. Al que ahora se une tu amigo, nuestro amigo Enrique. Supongo que es una gran noticia.

Emilio Porta
P.D.- Te he mandado un mail personal con una pequeña nota referencial.

Anónimo dijo...

Estimado Manuel. Sobrecogedor tu relato, e inquietante. Una vuelta de tuerca a todo lo que está sucediendo. Permíteme algunas reflexiones al respecto.
El texto tiene 387 palabras. Eso quiere decir que asumes el reto de la cantidad, del espacio lingüístico en el que mueves el personaje; que no representa para ti problema alguno. También asumes que el personaje de ficción vive los mismos días que la voz narrativa de quien cuenta la historia. O sea que en estos momentos Elvirita estará haciendo algo que todavía nadie ha escrito. Por lo que cuentas, a su mamá alguien le pegaba, y ella callaba, y Elvirita lo sabía, o lo sabe en ese futuro más allá de los tres días tristes. Nos estás dando muchos datos que convendría ir ampliando.
Bien es verdad que la salvación de Elvirita, saliendo de entre las llamas, es, o presupone la muerte. Sobre todo después de una desintegración la noche anterior para llegar al fondo del mar reunida en sí misma, sin daño alguno, tras un largo círculo de aprendizaje.
Este salvar a Elvirita llevándola a la muerte, me llena de sorpresa; me estremece. Y es así, porque como autor, me siento dueño de mis personajes. Creo que yo tengo el destino en mis manos, no que los personajes puedan moverse a su antojo.
Pero claro, tú añades más leña al fuego. Ahora comprendo por qué Elvirita, con sólo seis años, entra en el mundo de la violencia y le pone la zancadilla a la educadora. La violencia la vive de cerca, quizás cada día, o cada noche.
Puedo imaginar que su padre es un tío fofo, que bebe mucho, demasiado, un tío chapado a la antigua, un mal tratador: un cobarde. Sin trabajo, o con un trabajo en los bajos fondos.
Puedo imaginar que su madre hace las labores de la casa, lleva a Elvirita al colegio, a un buen colegio, desde luego, porque pocos colegios tienen psiquiatra a bordo. Que trabaja en un supermercado, que tiene un calcetín de ahorros para por si acaso.
Puedo imaginar toda una vida de pareja rota que cae sobre Elvirita y la lleva a ese diálogo con la mujer de negro. Que por cierto, no sabemos por qué va de negro, ni quién es. Lo intuimos, pero nadie nos lo ha dicho. ¿Puede ser algo así como el amigo invisible pero con toda la carga negativa de un hogar destrozado?
En definitiva estás proponiendo un dramón, una de esas historias en la que los personajes están atrapados por su propio destino.
No sé. Yo había pensado que si pudiéramos hacer que Elvirita no fuera al colegio ese día, pues que nada de lo otro ocurriría. Así de simple. Pero claro, yo soy así de simple. Y tú eres médico. Y además vives en casa con dos espíritus, según nos cuentas en un comentario al texto primigenio de todo este embrollo.
Está también el texto de Emilio, que participa de ese parquedad en palabras que practica Rosa; y el texto de Miguel, del que por cierto ya han aparecido otras cuantas palabras… Sí me ha enviado otra secuencia en la que el mundo se hace eco de todo este embrollo. Bueno lo leeréis pronto.
Hay también en tu relato alguna crítica social al sistema sanitario, que llama la atención, lo del termómetro todos los días a las ocho de la mañana sin haber tenido fiebre nunca.
Y para terminar, esa descripción de la asepsia del psiquiátrico resumida en verde de las paredes, blanco de las batas, y lejía; me parece muy acertada.
No entiendo, sin embargo, por qué el nueve de noviembre de 2009 es festivo, hay aire festivo en el psiquiátrico. ¡Ah! Y vaya padre más malo, en un año no ha ido a visitar a su niña. Con razón pegaba a su madre.
Felicidades, de nuevo Manuel.

Santiago Solano

Anónimo dijo...

Perdón, por volver por aquí.
Cuando dije 9 de noviembre de 2009, quise decir de 2010.
Y otra cosa, ¿cómo vamos a poner en el libro la canción de Sabina?
Una novela musical.
En cuanto a la foto de esa mujer bruja vestida de negro, habrá que pedir derechos de autor.
Muy difícil lo ponemos.

Santiago Solano

Anónimo dijo...

" Alguien voló sobre el nido del cuco...". Acabo de raptar a Elvirita.

Jack Nicholson

Anónimo dijo...

"No intenteis el rescate. Conozco bien a Jack"

Edgar Allan Poe.

Anónimo dijo...

Veo a Jack en aquel psiquiátrico; oigo caer lo cristales y abrirse la puerta de la libertad. Lo veo también en aquel hotel, con el hacha en la mano, la sangre por los pasillos como un río de horror.

Veo el pozo de Poe, las ratas, el péndulo bajar; oigo el gato negro aullar en la noche.

Pero me produce menos pavor que la madre de Elvirita aporreada, aceptando su muerte, así por las buenas.

Morfeo

Anónimo dijo...

El fuego de la libertad, Morfeo, ese que libera a Elvirita, por accidente, de caer en el abismo de sus sueños... Gran escrito de Manuel, y espléndida crítica tuya. Ya veo que incluso los muertos escriben y los personajes de pelicula hablan con vosotros. La verdad es que es inquietante el desarrollo circular y el giro que está dando esta historia, las historias. Todos ven a Elvira de un modo igual, pero distinto. Pasa un poco lo mismo en ESCRITORES EN RED. Los autores se suman y la BLOGSFERA empieza a cobrar vida propia. Se suman, no se restan, eso parece. Y eso es grande. Os vais pasando, además, de un blog a otro. Incluso los fantasmas se pasean por todos ellos. Esta película nunca se ha visto. Yo, que no estoy vivo y no tuve la suerte de ver publicada en vida, por la incomprensión de los editores, mi novela, "La Conjura de los Necios", os deseo lo mejor en vuestro proyecto. Desde el otro lado, que es luminoso porque la Nada es el Todo y es la Paz, os envio toda la energía positiva que mi espirítu de escritor tuvo.

John Kennedy Toole

Javier dijo...

Estimado Manuel, en algún momento dijiste que no querías llamar a la puerta de los fantasmas. Que tenías cierta prevención y que no lo ibas a hacer. Pero la voluntad, tu voluntad, es débil frente a esta fuerte tentación del Provocador. Tan sólo has abierto una pequeña rendija pero o la cierras pronto o vas a tener invasión. Has invocado a la dama de negro, al más allá, a la muerte, a la locura… y todos estos fantasmas vengativos, se están instalando en tu casa y no cejarán hasta llevarte a su mundo, a esa oscuridad de la que no hay vuelta. Tú eres científico, metódico y práctico. No te dejes arrastrar, se fuerte, piensa, no permitas que estos gnomos malvados, encabezados por Solano, Porta y Ortega, te encaminen por una senda sin retorno, que no te engañen, no te dejes seducir por esas voces que aún quieren hacerse oír a pesar de que ya se les pasó su tiempo. ¡Vuelve, vuelve en ti! Acuérdate, las risas, los abrazos, las cervezas, el amor, la vida...

Manuel dijo...

Gracias, Solateras, de nuevo por tu presencia y tus palabras siempre cercanas.

El relato es un paso más en el divertimento que se han montado mis queridos amigos de la Blogsfera.

Solo eso, un divertimento... O no. Ya sabes que la delgada línea que separa la realidad y la fantasia, a veces, establece límites imprecisos.

Gracias de nuevo. Un beso.

Manuel dijo...

Emilio, tus palabras siemrpe son un aliento y un maravilloso estímulo para preferir los vinos y la charla a la soledad del papel en blanco y la pluma.

Así que a ver si nos juntamos pronto, escuchamos "la del pirata cojo", y charlamos en torno a esos vinos tan prometidos en algún bar de los que a ti y a mi SI nos gustan.

Un abrazo.

Manuel dijo...

Mi quedido y admirado Santiago, ¡cómo me gusta leerte!. Porque en cada uno de tus relatos, en cada comentario, me haces aprender.

En este caso, tu comentario es toda una lección de técnica de la narrativa. Te lo agradezco infinito y prometo leerlo muy a menudo. Trataré de aprender de él y de ti.

Por lo demás, cada historia tiene tantos colores como ojos la lean. Y eso si que es riqueza, ¿verdad?.

Un abrazo.

Manuel dijo...

Jack, Allan Poe, Morfeo, John Kennedy Toole... Os puedo asegurar que he llegado al estado de perfecta confusión...

Quizá escriba algún relato en el que estos personajes jueguen un mus mientras charlan de sus obras perdidas.

Manuel dijo...

Javier: ¡eres un padre!. ¡Qué digo padre!: Eres un padre, una madre y hasta una tía política si fuese preciso.

Lo mio no tiene remedio. Dice mi maestro que "el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios". Hermosísima frase que resume toda mi imprudecia y mi incontinencia verbal.

Pero se que estarás cerca el día del Armagedon. Te adelanto mi agradecimiento, por si para ese día mi lengua ya hubiese sido devorada por el monstruo que me habita.

Rosa dijo...

Realmente, me cuesta decir nada, entre tanta gente importante, pero la verdad es que el relato de Elvirita cuando crece, es muy bueno cariño. Siempre nos queda nuestra propia mujer vestida de negro, para liberarnos de tanto engaño... Bueno de veras.

Pilar dijo...

Aunque ya te lo dije se me había olvidado ponerlo aquí para que se entere todo el mundo. ¡LA TUYA ES LA MEJOR DE LAS ELVIRAS!! Hala, ya soy feliz, ajajaj.
Besos