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sábado, 7 de febrero de 2009

Relato

Al caer la tarde nos refugiamos al abrigo de una gran piedra dispuestos a dejar pasar las horas en aquella montaña, en espera de que la madrugada nos trajese otra luz.

Dejé los sentidos abiertos a las sensaciones de las últimas horas y, cuando el anochecer nos envolvía, la emoción de los últimos sucesos no me permitía descansar. Recordaba cada palabra del guía y buscaba a mi alrededor los signos de los que me hablara. Me encontraba poseído por una magia desconocida. Mi maestro me dio a beber, de un recipiente de barro, un líquido espeso y amargo que, sin embargo, calmó mi sed al instante y me dejó una sensación de intensa paz.

Y luego lo comprendí todo sin palabras, sin saber decirlo con mi boca. Lo vi sin nieblas y con la misma claridad que sentía en el timbre de su voz. El águila que nos acompañó buena parte del camino, se posó junto a la roca, sin un ruido pese a su gran envergadura. Sin que su tenaz ojo se apartase de mi.

— ¿Qué estás viendo? — fueron las palabras de mi guía.

Como una catarata se despeñaron mis palabras más lentas de lo que yo hubiese pedido para ellas. Y, así, comencé mi primera noche de magia.

— Dentro de la caverna se mueven seres que distingo más allá de los ojos, sin formas precisas y sin la sustancia que conozco. Sus formas coinciden con mi imagen del mundo, pero no se cual es esta. Y me hablan del tiempo y de la esencia de las cosas del Universo. Lo comprendo todo pero aún no se decirlo. Veo el brillo del mundo ante mi y se cuanto va a suceder, sin saberlo, sin evitarlo, como si un líquido suave traspasara mi ser. Conozco todos los tiempos y estoy en cada uno en el instante en que vivo. Vuelo en el águila y corro sobre la pantera. Se suceden los días en Ávalon y en la caverna. Todo es y nada me ata.

— Eso – dijo el maestro – es el Conocimiento.


6 comentarios:

Javier dijo...

Manuel, mago, si con tus palabras eres capaz de describir el Conocimiento, es que debes estar muy cerca de el. Ya estás en nivel nueve. Los que estamos en el nivel cero aún estamos intentando averiguar qué nos quieren decir las palabras. Así que me voy a currar que hoy tengo un trabajito especial. Ya te contaré.

Abrazos varios, para que nos sintamos.

Manuel dijo...

Querido Javier, me encanta que mi pequeño relato te haya sugerido esto. Y que me hayas visitado.

Me madre siempre me decía "no tienes conocimientooo!!!". Será por eso que se me ha ocurrido.

Gracias por estar cerca. Un abrazo.

La Solateras dijo...

Muchas gracias por entrar en mi blog, Manuel. Un gran invento esto de la blogosfera, para el intercambio de ideas, de sensaciones y para aprender unos de otros los que tenemos el vicio solitario de escribir. Supongo que, de alguna forma, también nos plagiamos, más o menos sin querer. Si mi idea te ha gustado, desarróllala como te pida el cuerpo; pero si la vas a utilizar textualmente, te pediría que usaras las comillas y citaras la fuente.

Yo también te seguiré visitando. Veo que tenemos amigos comunes; Enrique Gracia fue mi maestro de poesía y Marina compañera de taller.

Un abrazo

Manuel dijo...

Gracias, Solateras. Si por fin utilizo ese texto, prometo hacer lo que me pides. Te mantengo informada.

Y, con tu permiso, enlazo mi blog al tuyo, porque siempre entro a través de Marina y me gusta leerte. Asi que ya va siendo hora de que te lea directamente.

Un placer abrirte mi casa y poder entrar en la tuya.

Anónimo dijo...

Que mis manos respeten las cosas que habéis hecho, que mis oídos estén atentos a vuestra voz.
Hacedme sabio para poder saber las cosas que habéis enseñado a mi gente, las lecciones que habéis ocultado en el aire, en el agua, en el fuego, en la tierra.

Mil besos

Manuel dijo...

Bienvenida, Diosa de las Tormentas!. Se te echaba de menos.

Que tus comentarios sean, más que palabras, látigo o rayo sobre la oscuridad.

Gracias por venir.