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viernes, 24 de diciembre de 2010

THAILANDIA


No es normal que uno tarde dos semanas en volver cuando ya ha regresado. Pero a veces sucede. La arena de coral se mete en los ojos y no te deja ver: cuesta regresar, siempre cuesta. Puede que cada vez más.

Esta vez he vuelto de espaldas, con la vista puesta en otro lugar, más allá aún. Pero eso, con suerte, será materia de otra crónica. Ahora me toca decir cómo fue. Fue hermoso, quizá más de lo que pudiera haber pensado. Puede que lo más hermoso que haya visto hasta ahora bajo el agua.

Porque tratar de relatar aquí lo que es Thailandia en la superficie, me parece presuntuoso. Yo lo definiría como una explosión de agua y selva, sin límites, sin agresividad. Uno no se siente ni pequeño ni grande; creo que o te sientes fuera o estás dentro.

Y lo mismo ocurre en la vida de la ciudad. Lo que hemos visto está puesto al servicio del que puede pagar. Se paga poco y la oferta es abundante. No voy a ser prolijo en el tema de la prostitución porque, aunque la intuyes, no la he vivido. Salas de masajes puerta si puerta no, posiblemente sin que incluyan prostitución.

Colores, como siempre intensos. Y altarcitos colocados por doquier en honor del reyezuelo del país. Es una especie de autoculto narcisista de este nonagenario personaje que, como otro Franco, pero más, no está dispuesto a dejar por las buenas que el país se haga adulto.

Bajo el agua las cosas se ven más grandes: eso lo sabemos todos. Pero en estas aguas hemos alcanzado cotas de visibilidad increíbles (me refiero a metros en vertical). Ha sido un placer inmenso ver desde la superficie fondos a más de 30 metros de profundidad y, sobre todo, admirar desde esa perspectiva las formaciones rocosas que componen la geografía marina de esa zona. Grandes rocas de perfiles suaves, imponentes, con una explosión de vida albergada entre sus grietas. Desde lo más grande, las Mantas Gigantes, a lo más pequeño, un diminuto Nudibranquio, os dejo aquí la muestra para que podáis disfrutar de la belleza como nosotros lo hemos hecho. “Richelieu Rock” es, creo, la zona de buceo más espectacular que he visto hasta ahora.

Las historias de a bordo tenían que ser el aderezo indispensable de estos días. Todos nuestros entrañables marineros, los que desde la mañana a la noche nos han ayudado sin dejar de sonreír. Nuestros guías: “J.”, discreto biólogo que nos llevó de la mano en todas las inmersiones. “A.”, una dulzura inglesa enamorada de “J.” (y viceversa). Parece que las normas de la casa no permiten parejas en el barco, así que probablemente no volverá a bucear juntos. “R.”, un híbrido franco-español y algunas cosas más, que nos contó historias espeluznantes sobre las cárceles tailandesas: una especie de Rambo con el corazón tierno.

Día a día, noche tras noche, hemos tejido una nueva aventura inolvidable que ya ha quedado atrás. Como cada año, ahora queda la siguiente…

Espero estar aquí para contarla. De momento os dejo un beso lleno de vida para quienes quieran recogerlo. Os lo dejo en esta víspera de Nochebuena con mis mejores deseos de que cualquier tipo de rencor, de debilidad, de desconfianza o de tristeza, se diluya como lo haría una simple gota de agua en la inmensidad de aquellos mares.

Feliz Navidad a todos.

12 comentarios:

Emilio Porta dijo...

Solo acompañarte, Manuel. El silencio es, en ocasiones, más expresivo que las palabras. Y comunica sin sonido. Debajo del agua seguramente es así. Yo lo imagino, tú lo vives.
Has elegido bien el tema musical. Y ese fondo de aire, azul. Como el agua, como el cielo. Lo que està arriba, abajo está. Un abrazo, doctor, y gracias por tus consejos y darme confianza para superar la flebitis y algo más. Estoy bien. Seguro. Bienvenido.

Port

Manuel dijo...

Prefiero llamarte por teléfono... Hasta ahora mismo.

Jesús Arroyo dijo...

Manuel:
Hace unos años estuve en Bangkok y en Pattaya y, bueno, me enamoré de las selvas existentes entre ambas ciudades. Tuvimos que parar en un poblado, ya que a una amiga le "visitó" una lipotimia y... ¡qué personas! todo alma, todo corazón.
Tengo que contarte lo ocurrido con el bálsamo de tigre. Recuerdamelo porque tiene "su punto".
No sigas contando de las Tailandias porque agarro la mochila y saco billete.
Abrazotes.

Mari Carmen Azkona dijo...

Ya recogí el beso de vida que dejaste el día de Nochebuena y hoy, planchado el mantel de Navidad, guardada la vajilla..., vengo a buscar el silencio y la paz del mar.

No he buceado jamás, pero supongo Manuel, que tiene que ser una sensación maravillosa, no olvidemos que somos seres del agua, nacidos de ella. Quizás me equivoque pero tiene que ser algo más que bellas estampas.

No me extraña que te cueste la vuelta. Del paraíso a la vorágine de las Navidades, de la calma al estrés y las prisas, del silencio al grito continuo de la ciudad...Pero yo me alegro de que hayáis vuelto y de disfrutar de este viaje a través de tus ojos.

Bienvenidos.

Besos y abrazos.

Anónimo dijo...

Querido Manuel, leyendo tu relato me he visto buceando con vosotros en las profundidades de esos mares. Me parece fascinante la experiencia que habeis vivido, y no me extraña que te haya costado regresar. Así es la vida, todo tiene un comienzo y un fin. Eso si, siempre queda el recurso del recuerdo... ya sabes: "recordar es volver a vivir".

Me hizo muchísima ilusión veros el otro día a Rosa y a ti. Y espero que se repita en breve.

Ah, el video maravilloso, la canción una pasada. Y el cantante... ¡¡Sin comentarios!! Jajaja.

Un besito. Mila

Pilar dijo...

Jo, cómo me gustaría ver todo eso...Como no puedo disfruto con tus palabras, gracias por compartirlo y me alegra que te haya gustado tanto.

Un beso cielo

Manuel dijo...

Jesus, no creas que se me olvida lo del Bálsamo de Tigre (me tienes en ascuas).

Puede que antes de lo que piensas te mandemos una nota diciéndote que vayas preparando la mochila. No se si el destino será uno u otro, pero empiezo a intuir que hay que irse.

Abrazos y mis mejores deseos para tu salud.

Manuel dijo...

Querida Mª Carmen: estoy pensando yo organizar unas jornadas (en verano, eh?) de iniciación al buceo para amiguetes.

Estoy seguro de que más de muchos os engancharíais a esta pasión.

Y creo que tienes razón, ese ser de agua que llevamos dentro puede que tenga mucho que ver con la atracción hacia el azul.

Beso enorme y feliz año.

Manuel dijo...

Mila, me encanta cómo llenas de vida todo lo que tocas.

Te digo lo que a Mª Carmen: vamos a hacerte un "Bautismo" de buceo y luego ya veremos.

Y nos veremos, claro que nos veremos.

Besos.

Manuel dijo...

Querida Pilar, yo espero que llegues a ver todo esto y mucho más. Tienes la vida entera a tus pies. El resto será decisión tuya.

Se feliz, ¿vale?, que te lo debes y nos lo debes.

Un beso.

Nines Díaz Molinero dijo...

Querido Manuel, espero expectante esa segunda crónica que promete. Debe haber muy pocas cosas comparables a la experiencia de bucear mares tan increibles y bellos como los que surcáis.

Un abrazo

Manuel dijo...

Querida Nines: yo conozco una mucho más excitante. ¡Vivir!.

Lo de los mares, ya sabes, es una excusa para ir por esos mundos. Hoy es esa, maána será otra. Lo único importante es no estar quieto.

O, al menos, eso creo yo.

Un beso.