Vivo en la casa de los muertos
solo.
Rodeado de las cosas que han dejado a mi cargo
sin pedirme permiso.
Y no puedo decir que me disguste
el tejado de zinc cargado de agua
ni las vidrieras que parecen
peces en un océano doméstico.
Más me importa el olor del desaliento,
la puerta equivocada que va a ninguna parte
o ese claroscuro que impregna todo
sin dejar que distinga
el yo que me libera
de ese monstruo tenaz que me persigue
como un álbum de fotos
en
sepia
con nombre y apellidos.
11 comentarios:
Precioso papá,como todo lo que haces. Te quiero mucho papi,un besito.
Creo que es la mejor visita que ha recibido mi blog desde que lo tengo.
Gracias por venir hasta aqui para verme, hija. es todo un honor.
Ya sabes que yo también te quiero mucho. Un beso.
Todos vivimo en casas llenas de muertos, llenas de enseres que nunca fueron nuestros y que se aprrietan entre las paredes exigiendo su espacio, recortando el nuestro. Pero, quizá, como tú dices lo peor es lo otro, porque siempre hay puertas que se abren hacia la nada y cajones que nunca guardarán aquello que nos fue neceario. Soledad,
Suele suceder: antes del viaje definitivo todos dejamos rastros. A veces innecesarios y otras, no solo no nos disgustan sino que forman parte imprescindible de nuestro vivir.
Querido Manuel, el poema me parece profundo y ácido. Y el comentario de tu encantadora hija, muy dulce... como todo lo bueno de esta vida.
Besitos.
Estoy contigo cielo, el comentario de Amaya es lo más hermoso de tu blog hoy, que unido a ese gran poema y los comentarios de honor de tus admiradas damas, crean un espacio lleno de belleza.
Por otro lado, no me cabe duda de que, en algunos momentos (parecidos al que nos está tocando vivir), con quien mejor se puede vivir es junto a los muertos; ellos no nos dañan. Impresionante poema. Un beso
A todos nos llega el olor del desaliento que dejan las ausencias como tan bien transmite tu poema, Manuel.
Un beso.
Cuántos demonios, cuántas preguntas sin respuestas, cuántos adioses perdidos… Qué certeros son tus versos, Manuel, directo al centro mismo de las emociones.
Besos y abrazos
Si no estuviera muerto, si aún viviera,
asomaría una lágrima por mi mejilla
y en mis labios una palabras de perdón...
pero la frase expiró con nombres y apellidos,
como mi vida.
Salud
Bienvenida, "de soslayo". No sé si te conozco, porque he husmeado en tu blog y no encuentro ningún dato sobre tí que me ponga en pista.
De todas formas gracias por tu visita y tu comentario, que siempre será bienvenido.
Un beso.
Este es otro de esos poemas que compartiré en mi blog con tu permiso.
Coincido con Rosa; los muertos no nos hacen daño y nos abrigan.
Aunque los vivos también abrigan, si sabemos rodearnos solo de los que suman.
Un beso, compi.
PD: Me ha encantado el comentario de tu hija, qué tierno.
Madre mía!! La vida es más fácil, más hermosa, más emotiva y más auténtica.
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