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lunes, 8 de diciembre de 2008

Decisiones




El cambio sobrevino de golpe. En la mente de Angel se fraguaba desde hacía tiempo; luego pasó un periodo difícil en el que la toma de decisiones se impuso. Y, finalmente, actuó.

Pero, a pesar de todo, Angel no tenía su mente preparada para el acontecimiento.

En los años anteriores, en todos los años de su vida, nunca había sentido realmente el problema. Angel era, ahora, un hombre de 43 años que se tenia que enfrentar a su realidad, y eso le desconcertaba. No era cobarde, había abordado situaciones difíciles en su vida sin pereza, aunque a veces, la tendencia a la inactividad fuese su primera salida ante los problemas.

En los últimos días había compartido la preocupación con su amigo Carlos. Le hablaba recurrentemente de sus temores, sus incertidumbres ante el hecho que se avecinaba. Bromeaba incluso, preguntándose cómo podía sucederle esto a él, con sus años, con sus antecedentes. Carlos escuchaba a Angel con gesto de comprensión, divertido, mientras con el dedo índice removía el hielo del whisky que bebía a pequeños sorbos. Hablaba poco, a veces le hacía alguna pregunta concreta. Escuchaba, sobre todo escuchaba con ese gesto de comprensión que nos dejan los años justo encima de las cejas. Porque Carlos era médico y de algo habían de servirle 30 años de profesión en estos momentos.

Angel acudía a su trabajo con normalidad pero, a medida que los días pasaban, la atención se iba disipando. Vivía en una continua zozobra en espera del momento señalado.

Y llegó el día. Y aunque Carlos le había ofrecido acompañarlo, fue decididamente solo a su cita. Todo fue bastante más rápido y normal de lo que su fantasía había temido. ¡Ya estaba hecho!. ¿Y ahora qué?. En las horas siguientes Angel llamó a su amigo en repetidas ocasiones: no se encontraba bien, se sentía angustiado, no sabía dar explicación a un montón de cosas que le sucedían. Carlos con paciencia escuchaba y le proponía acudir a su casa para charlar tranquilamente, pero por nada del mundo consintió Angel.

Los días siguientes no fueron mejores. Sentado en el sillón de casa, con la mirada baja, desconcertado, Angel sufría en soledad su nueva situación. Cierto que trataba de seguir los razonables consejos de su amigo, pero no conseguía erguir la cabeza, alejar de su mirada ese punto amargo y doloroso que tanta inquietud le estaba produciendo. Vestirse le resultaba un calvario; hasta el elemental hecho del aseo cotidiano no le era fácil. Paso varios días comiendo poco. Y por fin se atrevió a salir a la calle.

Con la sensación de tener todos los ojos de la ciudad clavados en su cuerpo, de ser observado por todo ser viviente entre el cielo y el infierno, con esa sensación de desnudez vergonzosa que nos acude a veces en los sueños, Angel fue a visitar a Carlos a su despacho.

El amigo se sintió muy contento de verle por fin. ¡Ya era hora!, ¿no?. Le preguntó cómo se encontraba, trató de animarlo y de hacerle llegar al convencimiento de que lo que le había pasado no era tan grave, que era relativamente frecuente. Él lo sabía como médico y como persona. El aire compungido de Angel hacia que Carlos apenas pudiese evitar una mueca burlona por no estallar en auténticas carcajadas.

Finalmente, ya no se pudo más. Con lágrimas en los ojos sin poder contener la risa, dijo al entristecido amigo:

- Vale, chico, vale: ¡que no eres el primero al que tienen que hacer una circuncisión después de los 40!.

8 comentarios:

Pilar dijo...

Jajajaj, pensé que iba a leer algo trágico y me encuentro con esto!! jajaja.
Te animarás con lo del cuento no??
Un beso grande

Javier dijo...

No tengo duda de que Manuel lo va a hacer. Con este o con otro. Está obligado. Si se cree que desde su comodo despacho va a dedicarse a ver pasar las cosas sin más, está apañado. Tiene un trabajo que hacer y yo soy su Pepito Grillo.Así que te ruego Pilar que no lo distraigas.

Un beso para ambos.

Pd.- Pero si hoy no se van de casa hasta los cuarenta, ¿para qué van a hacer otras cosas antes?

Pd 2.- ¿Me dejarás venir a dormir a tu blog? La mía la tengo llena de e-mails y cuentos. Sólo por un par de meses. No molestaré mucho.

Javier

Pilar dijo...

Pero qué te pasa Javier?? te has levantado alterao esta mañana?? jajaja.
Yo no he distraido a Manuel, se distrae solititoo!!
Yo te dejo mi blog para dormir, de verdad, no me extraña que te agobies en el tuyo, jajaj. Si es que, como es la gente!! les dices que escriban y venga a escribir, venga cuentos!! que barbaridad...

Un beso

Manuel dijo...

Creo que escribiré un relato, si. Tratará de un escritor apátrida que, huyendo de su Blog, se instaló en el de un amigo y, poco a poco, le fue cogiendo el gusto a las juergas del tal amigo, a los whiskys, a la Poesía... hasta que se quedó del todo.

¿Qué os parece el tema?.

Gracias a los dos por hacerme compañía.

Anónimo dijo...

Querido Manuel:
Aquí me tienes, sorprendido de estas cosas en las que empiezas a arrancarte.
De repente te he visto de "seguidor" en un de mis blogs.
Yo es que no sé hacer esas virguerías. Aprenderé.
Enhorabuena. Te enlazaré, te seguiré... y cenaré contigo mañana
(carne, carne, carne)
Abrazos
Enrique Gracia
http://enriquegraciatrinidad.blogspot.com
http://enriquegracia.blogspot.com

Manuel dijo...

Querido Maestro, que alegría verte por estos lares.

Aun con un poco de sonrojo me encanta que registres por mi blog.

Y, por supuesto, mañana "carne, carne, carne..." y si es preciso algo de pescadito, pues tambien.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

El médico eras tú, seguro. Jajaja!.
No hay duda mi vida, debes esribir el cuento; ya no podríamos pasar sin él todos tus fans.

Anónimo dijo...

Buen relato y divertido