NO HAY QUINTO MALO

La noche se puso propicia en Libertad.

Y es que esta emblemática sala madrileña iba de estreno ese 5 de mayo: estrenaba un vehículo y dos voces irrepetibles.

Por fin nuestro Sidecar ha visto la luz. Y ha tenido el orgullo de que su alumbramiento se haya producido de la mano de Ángeles Fernangómez y de Jesús Arroyo, dos voces poéticas con mayúsculas. Dos seres con una cota tan alta de humanidad y de sensibilidad que, a ratos, el recital se cargó de emoción incontenible.

Ángeles rompió desde el primer momento, antes incluso de comenzar el recital: ¿Una leonesa iba a ir de paquete en la moto?. ¡Ni hablar!. Ella conduciría. De qué manera acabó la conversación no lo podemos saber, porque Jesús fue bajando la voz mientras ella se venía arriba. Lo cierto es que, durante un rato, el conductor del Sidecar fue nuestro querido asturiano de adopción, Jesús Arroyo.

Leyeron ambos con el corazón entre los labios; hasta atragantarse las palabras enredadas con los versos. Y nos dijeron, Jesús y Ángeles, Ángeles y Jesús, sus poemas sin dejar un resquicio a la duda: Cuando la inteligencia, el buen oficio y el corazón se juntan para crear poesía, no cabe esperar nada malo. Ni siquiera mediocre. Solo puede salir lo que aquella noche vimos y escuchamos en Libertad: un recital magnífico.

Él leía estos versos:

Llegas en un taxi,

tarda en irse y no pone la luz verde.

Me pregunto, con el tirante del sujetador entre los dedos,

por el motivo de no pagar esa carrera.

La sonrisa del conserje

todo lo resuelve.

Y ella contestaba:

Ven
pasa sin llamar
no es preciso que cierres la puerta cuando entres, pero…,

no hagas demasiado ruido.

Y en otra parte se despeñaba, León abajo:

Un perro negro se desliza calle arriba,

extiende su figura a cuatro patas,

se duplica en sombra por debajo de un reflejo,

luz cobarde en la negrura densa.

Va el can como sombra y can en movimiento.

Mientras Jesús pensaba para sus adentros y leía garganta arriba —con dedicatoria incluida—:

Se irán, del mismo modo,

los bancos del parque caprichoso

y la hierba que enredaba tu cabello.

Los libros adolescentes quemados en la hoguera

sin saber que serían nuestros sus amaneceres.

Un recital que cobró todo su esplendor cuando nuestros poetas se adentraron en su territorio Astur-Leonés para contarnos cosas de la mina; de aquellos valles verdes y negros (verdes de montes y negros de minerales, como rezaba la canción que les sirvió de sintonía).

El tiempo pasó sin sentir hasta el final. Los aplausos quisieron detener un tiempo inexorable. El público, los amigos, abarrotaron la sala de Libertad 8 esa noche de Mayo, ya calurosa, pidiendo con el silencio que no se acabara la magia que Ángeles y Jesús nos regalaron generosamente.

Nos reuniremos el 16 de Junio, y esta vez seremos todos los poetas que hemos participado en el ciclo de Poesía en Sidecar los que pondremos el corazón y la garganta para que la poesía se haga risas, cree sus puentes inequívocos de comunicación y pueda dejar en los que quieran venir a acompañarnos, ganas para acabar con algo así como “volved pronto, ¿vale?.

Volveremos, seguro.