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miércoles, 15 de febrero de 2012

EL PRIMER TREN


A lomos de este tren
los rostros se deslizan torpemente
hacia el lado más distante de mi vida.

Se me sube a la espalda algún presagio
y atrapo con los dedos
—los mismos con que doy cuerda al reloj—
la garganta del presente que agoniza.

No hay olor o ruido
que resulte extranjero entre estas pieles,
tan iguales y tan mías por distintas.
Me mido entre los ojos que me miran
medio hombre y medio dólar, por el cambio:
ese cambio de paisaje que me adentra
tierra adentro de mi vida.

No hay check-out para este viaje.
Ni maletas, ni ropa de recambio.
No hay billete de vuelta que me arrope
del frío glaciar de este desierto,
más allá del negro encendido
de la piel
o de las manos que trabajan
el hambre de esta tierra desolada
en la que entro de pie,
...................descalzo.

19 comentarios:

Pilar dijo...

Y asi te cuelas, despacio, descalzo esta noche, al ritmo del vaivén enriquecido de las marcas que asolan los andenes. Si tienes que rendirte un rato, para por aquí, descansa, vive...
Un beso cielo.

La Solateras dijo...

Un poema para pensar, profundo y con un puntito de desolación. Y con hallazgos muy buenos como ese medio hombre, medio dólar.

Enhorabuena, Manuel.

Besos

Anónimo dijo...

Pues a mí me parece de lo mejor que has escrito hasta ahora.
Me encanta ese ritmo a tuerca de reiteraciones, ese sonido a "negro encendido de la piel".
Hay muchas fuerza en esta pintura versal.

Un saludo cordial.
Santiago Solano

Mila Aumente dijo...

¡Estamos buenos! Querido Manuel, a ese primer tren yo le llamaría melancolía. "Ese cambio de paisaje que me adentra tierra adentro de mi vida" lo padecemos todos los que ya llevamos hecho un largo recorrido. En el primer "tren", de cada uno, no había hambre ni tierras desoladas. Era nuestro primer viaje, lleno de fantasías y proyectos de futuro, donde aún no existían recuerdos de dolor.

He leído tu magnífico poema en un momento nostálgico e irremediablemente triste. Quizá sea porque en "los lomos de mi primer tren" apenas adivino mis huellas. Te lo he dicho al comenzar...¡Estamos buenos! ¡Serán los años! Jajaja.

Besos.

Angeles Fernangómez dijo...

La imagen de trenes son muy potentes. Símbolo de la propia vida.
Me he propuesto retomar más asiduamente la visita a los blogs (aunque trasnoche), lo echaba en falta. Se siente uno calentito en ellos (si son como el tuyo, claro)
Un abrazo

Nines Díaz Molinero dijo...

Desgarrador y con una fuerza extraordinaria, Manuel:

"... apreso con los dedos la garganta del presente que agoniza...".

Enhorabuena.

Un beso.

Manuel dijo...

¡Ay, sobrina!, que cosas más bnitas me dices a las 6 de la mañana.

Un beso.

Manuel dijo...

Querida Ana, este poema es solo un apunte de un sueño... Y hasta aqui puedo leer.

Besos.

Manuel dijo...

¡Bienvenido Santiago!. se te ha echado de menos pero bien está lo que bien acaba.

Un ritmo repetitivo, como los tambores de África.

Un abrazo.

Manuel dijo...

Mila: te puedo asegurar que el poema no contiene ni un gramo de melancolia. Pero, ya se sabe: un poema es de quien lo lee.

Besos.

Manuel dijo...

Yo creo que está bien tu propósito, Ángeles, porque a tí también te echaba de menos por estos rincones.

Bienvenida!.

Manuel dijo...

Los mismos dedos con que doy cuerda al reloj, Nines. ese reloj que marca un tempo que asa inexorable.

Un beso.

Laura Caro Pardo dijo...

Sobre todo, descalzo.

Que nunca se te olvide ir descalzo y sentir bajo la piel los entresijos del bien y del mal que esperan pacientes a encontrarte.

Intenso, profundo, bello...
Como todo lo que te leo.

Mil besos, compi.

Rosa dijo...

Hoy día de tren, en el que observas más que ves, todo lo que le rodea, es cuando llego a tu poema descalza, para sentir bajo mi piel el lado más cercano de tu sueño...

Me encanta dejarme llevar entre estos versos tan certeros como bellos.

Que buen poema cariño.

Maria Sangüesa dijo...

Un poema con la fuerza arrolladora del tren de la vida que reflejas con tus palabras, con lo rotundo de tus versos, y las imágenes que nos envuelven hasta dejarnos sin aliento.
Excelente poema, Manuel, verso a verso. Un fuerte abrazo.

Manuel dijo...

Si, Laura: descalzo y en pie. Con toda humildad y creyendo firmemente que existe la tierra prometida, aunque hoy tenga el rostro del infierno.

Un beso.

Manuel dijo...

Ya sabes, Rosa, que ese tren que ahora tomo con frecuencia, un día no lejano será nuestro equipaje.

¿Vamos?

Manuel dijo...

María, gracias por dejarme aqui una huella de tu enorme sensibilidad.

Un beso.

roberto dijo...

Hola Manuel, en un recorrido por blogs de amigos y en compañía de mi Somorgujo Asombrado (mi blog de poemas y relatos), he llegado hasta aquí, y grande fue el placer de conocer tan bella pluma. Si me lo permites pasaré a visitarte seguido.

Un saludo desde Buenos Aires.

Te sigo.