
Las noches son redondas
como un charco de luz.
La ciudad
—en su altamar—
recibe una lluvia metálica
de nombres olvidados.
Acaricia con dedos asesinos
la mano de Caín;
lo abraza en la sombra oblicua del hambre,
como un superviviente
al Este del olvido.
como un charco de luz.
La ciudad
—en su altamar—
recibe una lluvia metálica
de nombres olvidados.
Acaricia con dedos asesinos
la mano de Caín;
lo abraza en la sombra oblicua del hambre,
como un superviviente
al Este del olvido.
2 comentarios:
Como siempre me encanta... sobra que te lo diga?? jajaja.
Por cierto, veo que todavía no debo ser amiga tuya porque no aparezco...
:(
Un beso
Gracias por estar ahi y por escribir cosas bonitas.
No entiendo eso de que no apareces. Seguro que cometo alguna torpeza con el Blog y no se cual es. Ya me lo dirás.
Un beso.
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