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martes, 17 de abril de 2012

HISTORIAS C(L)INICAS

¡QUE GRANDE ERES!

Un tiro en la sien.

Un cristal que se sube a la garganta
cortando con su filo lo que toca.
Razones que me dicen que la vida se termina.

¡Y yo tan solo!.

Han metido en papel de celofán
un cuerpo muerto
y en la esquina derecha de algún sitio
el número que hará que no se olvide.

Con todas las palabras por decir
y un nudo que me arrastra cuesta abajo
miro lo escrito.
Tan claro y tan difícil de entender

en blanco y negro

mi nombre.



27 comentarios:

La Solateras dijo...

Sin palabras me deja este poema. Y es que estoy sin palabras desde hace días. La vida es un contradiós.

Besos

carmen jiménez dijo...

Pero nunca hay que olvidar esas otras esquinas donde están escritas todas las palabras que se leen con el corazón.
Un poema que hace sentir el corte de ese papel en la garganta.
Un abrazo Poeta con mayúsculas.

Nines Díaz Molinero dijo...

Manuel, a mi me ha cortado la respiración este estremecedor poema.

Un beso.

Pilar dijo...

Yo ya te he dicho lo que pienso en vivo! solo te digo por aquí, por escrito que el otro dia me quedaba atontada escuchando tu poesía, tan bien leída...
Y que gracias mil por todo.
Un beso cielo

Aurora dijo...

Al leerla un escalofrio me ha recorrido el cuerpo, esta noche me voy a la cama con un nudo en la garganta.
Un saludo poeta.
Aurora

Rosa dijo...

Como siempre, verlo ya aquí en tu blog me produce una sensación de complicidad, por haber vivido de cerca el momento de la creación... En esta ocasión, de forma especial, siento que la poesía llega mucho más allá de las palabras y la fuerza del ser que cada uno llevamos dentro, más allá de un papel escrito.

Un beso cariño

Angeles Fernangómez dijo...

¡Uauuuuuuuu! Al leer tu poema, me han venido a la memoria otros dos poemas. Uno es ese de Bertoll Breck, que dice, algo así como "hoy he visto que se llevaban a los negros, pero como yo no era negro, no hice nada...etc., hasta que "hoy han venido por mi, pero ya era tarde". Bien, esto tiene otro mensaje, pero sí me ha dado la sensación de que por tu profesión, ves esto más de una vez y, en un momento dado, pensaste que pudieras ser tú un día.
Por otro lado, me recordó a mi poema "Ensoñación", aunque el mío tiene un final más feliz. Aquí te lo pego:

ENSOÑACIÓN

La vi muerta.
Antes de su muerte,
la vi muerta.

La equis de sus manos
sobre el pecho inerte.
Tenía el pelo gris
y recogido en lo más alto,
la piel sin cromo, macilenta.
Llevaba puesto su vestido preferido azul celeste,
(el que yo
no he comprado todavía).
Adiviné sus ojos miel bajo los párpados. La amé.
Y vi a mi hijo
llamarle madre y reposar
su mano sobre el hielo de esas manos.

Una vela
lloró su lava blanca sobre la palmatoria:
la muerte se esfumó
y supe que estoy viva.

Manuel dijo...

Querida Ana: la vida es solo el telón de fondo que nos acompaña en nuestras actuaciones. Nosotros somos el reparto, cada cual en su papel, peor o mejor interpretado.

Mirar desde fuera ofrece visiones como esta. Mirar desde fuera, más que nada, la propia vida.

Un beso.

Manuel dijo...

¡Ay, Carmen!: esa garganta, órgano de choque sin remedio de todas nuestras emociones. ¿Verdad?: ¡cuantos nudos no habrán anidado en ella!.

Tienes razón, quedan esquinas que guardan otras palabras. La vida es el conjunto de todo.

Gracias siempre por tu cercanía. Un beso.

Manuel dijo...

Nines, este poema es para respirar profundamente. Para mí está lleno de vida.

Me alegra que, al menos, te llegue adentro.

Manuel dijo...

Pilar, gracias a ti por la frescura que nos dejas con tu presencia.

Se que lo dices lo dices en directo y que lo que sientes lo sientes con el ímpetu de tu franqueza.

Espero que sigas cerca mucho tiempo.

Un beso.

Manuel dijo...

Aurora, espero que el nudo te dejase descansar bien.

Gracias por tu comentario y por el título que me das.

Manuel dijo...

Rosa, a tí no te puedo decir nada, porque estás en cada cosa.

Solo esto: gracias.

Manuel dijo...

Querida Ángeles: tu poema es una maravilla. Sea como sea, dibujas una terrible escena de vida.

Gracias por hacerme el honor de poner en mi blog este poema.

Un besazo.

Mari Carmen Azkona dijo...

Querido Manuel, el centro en el que trabajo, durante el régimen anterior, llevaba encabezando su nombre la palabra “Santo” y, aunque está en la red pública, todavía mantiene atavismos del pasado. Hoy, Miércoles de ceniza, el capellán, eso sí con resignación cristiana, recordará a todos los enfermos que lo deseen su cualidad mortal ¿Polvo eres y en polvo te convertirás? Cómo si hiciera falta en un hospital...

Afrontar la noticia de que la muerte tiene fecha y día es, quizás, una de las noticias más terribles a la que se tiene que enfrentar el ser humano. ¿Afrontar la vida desde la muerte o la muerte desde la vida?

Desde la asepsis del pensamiento es fácil crear hipótesis sobre cómo reaccionaríamos. Yo si no soy dueña de mi destino quiero al menos decidir cómo y de que manera acabar mis días. Pero esto me supone un dilema moral cuando el corazón entra en funcionamiento. Saber de la cercanía de la muerte, es añadir una nota amarga a cada día...Tengo clara cual es mi postura personal. pero no tengo la misma clarividencia con respecto a mis seres queridos. ¿Me gustaría que ellos supieran que se están muriendo? ¿Esto si que es una historia c(l)inica verdad?

No como tu poema que es claro y desnudo, como debe ser la verdad por dura que sea. Estoy segura de que tú afrontarías la muerte desde la vida...siempre desde la vida.

Besos y abrazos.

Manuel dijo...

Querida Mª Carmen, el ser humano tiende a improvisar ante las cosas más inverosímiles.

Mi trabajo como médico en Urgencias, Emergencias, Cuidados intensivos y Quirófano me ha hecho crecer al lado de la vida y de la muerte. Pero puedo asegurarte que ya, antes de todo eso, mi concepto era el mismo que ahora, cuando todo eso ha pasado.

La muerte es solo otra parte del ciclo de la vida. ¡Pobres de quienes piensen otra cosa!. Ese apego a la vida yo no lo comprendo mucho, y te lo dice un vitalista de cien pares de narices. No tengo ninguna gana de morir, pero no me asusta en absoluto esa idea. Han muerto mis padres, otros seres queridos, puedo morir yo o mis hijos. Siempre, cuando alguien fallece, se llora por la pérdida que siente el que queda vivo. No hay lágrimas por el muerto, sino por la pérdida del que se queda.

Se vive apegado a la vida y malgastándola sin piedad. Muy poca gente vive de cara a la muerte y, por tanto, usando su día a día como se usaría si fuese el último. Cuando llega la muerte, se nos hecha encima una vorágine de ansiedades que no es sino la expresión de lo que sentimos como tiempo malgastado y cosas por hacer.

¿Por qué pasamos años y años diciéndonos que "mas tarde" haremos tal o cual cosa que realmente deseamos hacer?.

Comprendo que mi concepto no es demasiado al uso, pero es lo que vivo y me gusta.

Un beso.

Emilio Porta dijo...

Y eso que tú lo entiendes, tú lo entiendes. Estos días la vida me ha tenido atareado. Esa vida que no es más que una fase de la muerte...¿o no es así? Pues la muerte es lo duradero, siendo vida, y lo que llamamos vida es el proceso efímero...muerte y vida, dos conceptos de un mismo proceso.

Un día descubrí - aún sin haber tenido la larga conversación sobre el tema que nos prometimos ( larga, pero qué corta...) que con la muerte no se acaba la vida, sino la consciencia. Es decir, confundimos términos. La vida permanece, sólo que nuestra conciencia ya no la percibe. Si fuéramos conscientes de que lo que llamamos muerte no es más que un concepto acuñado por el miedo, acuñado por el lenguaje ( es la cualidad que nos hace creernos individuos especiales, casi dioses ) de un ser vivo más - ni mucho menos el centro de la "creación" sino un ser evolucionado y pretencioso empujado por su propia cualidad del pensamiento - nos tomaríamos el proceso final de la "persona" como algo menos trágico. Pero tenemos apego a la vida, en el fondo, porque tenemos apego a las sensaciones placenteras que hemos ido descubriendo y recreando, incluso transformando e inventando.

Tu poema de qués y porqués es una extraordinaria pincelada en un magnífico lienzo: el de tu pensamiento, y pertenece al curioso cuadro general del gran Teatro del Mundo, no el de Calderón ( él hizo el suyo ) sino el que nos toca vivir.

!Ah, vivir, que grandielocuente palabra para cambiar el existir por el sobrevivir de la conciencia! En el final vuelvo al origen...del comentario, y de lo que se ha dado en llamar, la comedia humana.

Enhorabuena...y gracias. Bien sabes el porqué, poeta, científico y amigo, lleno, en tantas cosas, de sabiduría.

Enrique Gracia Trinidad dijo...

¡Uf, qué poema! Me quedo sin palabras, o mejor, no necesito decirlas.
Estas consiguiendo una voz propia de mucha altura, Manuel. Ese es un camino en el que da gusto estar cerca de ti. Te abrazo

Cris Gª. Barreto dijo...

Querido Manuel:

Magnífico poema. Te felicito.

Las personas que sufren enfermedades irreversibles, se agarran a algún tipo de fe.

"Dios mío, ¿Qué hago con mi vida?
-¡Entrégamela a mí!
Dios mío, ¿Qué hago con mi enfermedad?
-¡Entrégamela a mi!
Oh!, Dios mío y ¿Qué hago conmigo?
-¡Entrégate a mí!
¿Todo para ti, Señor?
-Sí, tú todo mío y yo toda tuya.
-Eso es el amor."


Besos y abrazos,
Cris.

Manuel dijo...

Querido Emilio: me alegra que hayas descubierto lo que dices. Una vuelta más de tuerza, otro pequeño paso.

Después del descubrimiento hay que tomar posesión de ese ámbito.

Hay que creerselo.

Un abrazo.

Manuel dijo...

Me alegra mucho verte por aqui, Maestro. Eso quiere decir que las coas están, quizá, un poco más tranquilas.

Y me alegro si es así.

Gacias por tus palabras. Un abrazo.

Manuel dijo...

Gracias, Cris, por tu comentario, y por ese "diálogo" que esbozas.

Siempre es una suerte tener imágenes como destinos en los que caer blandamente.

Elvira Daudet dijo...

Querido Manuel:

Magnífico poema, que según tú es un canto a la vida, pero que a mí me ha estremecido hasta el alma, será porque estoy muy bladita estos días.

Un beso para ti y tu bella cómplice
Elvira

Manuel dijo...

Querida Elvira: te entiendo.

Mis "HIstorias C(l)ínicas2 nacieron en la casa de Jóse y Lidón, después de revisar sus informes médicos; después de tomar unos vinos y charlar relajadamente.

Ahi sentí ese cristal en la garganta, la frialdad de unos papeles que te identifican con un sencillo número. La vida envuelta en papel de celofán. La muerte.

Tan fácil y tan dificil.

Gracias por venir a verme. Un beso.

Mila Aumente dijo...

Conmovedor, directo al corazón. La antesala de la muerte debe ser algo así como un espacio oscuro, donde sólo se oiga respirar a tu propia soledad. Si además de todos estos condicionantes, intuimos que vamos a ser un número en el mundo que dejamos, la tristeza del adiós se multiplica por mil.

Manuel, siempre es un placer leerte. Pero como sabes que soy más clara que el agua, jajaja. Prefiero que escribas poemas de amor o desamor (que viene a ser la misma cosa, pero con dolor)

Un beso

Pilar dijo...

Me gusta que recuperes este poema. Espero poder ir el día 26 a recordar...

Besos

Jorge Torres Daudet dijo...

Tremendo ese encuentro con la propia bala. A mí me ha producido un hueco en el estómago...
Un abrazo, Manuel.