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sábado, 1 de noviembre de 2008

Informaciones


(FOTO: En medio de muchos que corren. Un hombre leyendo el periódico en el centro de la imagen rodeado de figuras desdibujadas por la prisa, todas movidas menos él porque tal vez la velocidad lenta del obturador ha buscado una metáfora visual de la deshumanización, la de muchos, casi todos a esa hora temprana que se divisa al fondo en un reloj de la estación de tren)
No seré yo quien diga que la información debe ser proscrita, ni mucho menos racionada. Ya pasamos esos tiempos con la amargura suficiente como para no repetir plato. La información en sus diferentes envases está destinada a mercados distintos y son estos los que me importan. “La gaceta de los negocios” no suele verse, doblada, en la barra del bar del polígono industrial a las 7 de la mañana. Pero si es fácil ver el “Marca” como señor de todas las culturas.

Supongo que todos tenemos la frustrante experiencia de haber devorado un diario cualquiera durante el desayuno y ya, limpiándonos la boca y pidiendo la cuenta en la última página, cuando ya te sientes un ciudadano bien informado, reparar que acabamos de leer con pasión las noticias de antes de ayer.

Por suerte hace algunos años un buen amigo me comentó un estudio sociológico realizado no se donde. Invitaron a una serie de personas al compromiso de no recibir noticia alguna a lo largo de un año. Se establecieron los indicadores oportunos para el estudio atendiendo especialmente a la “calidad de vida” de estas personas. Al parecer – esto es información filtrada “de fuentes fiables” – el resultado del estudio concluía en que esa calidad de vida aumentaba espectacularmente en aquellas personas que no habían recibido información, respecto del grupo control con que debe contar todo trabajo que quiera ser científico.

Se que mi teoría no es muy popular, y no pretendo que lo sea. Finalmente las noticias llegan: desde el advenimiento de un nuevo Papa, pasando por la victoria de tal equipo en la liga de fútbol, hasta la polémica desatada no se si por la Reina de España o por Pilar Urbano, que eso será cosa que el tiempo aclarará. Pero si es cierto que, cuando alguna mañana ojeo cualquier periódico que por casualidad ha caído en mis manos, o escucho noticias en la radio (lo siento, la televisión ha quedado fuera de mi vida hace años), la sensación de vergüenza me ocupa los intestinos y siempre pienso en que por suerte, mi nieta, no lee todavía el diario.

Mientras tanto, desde la cuna de la vida, África, se prepara otro holocausto y, ¡vaya por Dios!, parece que los teléfonos móviles tienen mucho que ver con ello. Me pregunto si será cierto que esta vez van a morir más millones que en la última ocasión para que yo pueda tener más cerca la información.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estamos en una sociedad en la que los "mass media" se han convertido en la llave que nos da acceso al conocimiento de todo aquello que ocurre en nuestro alrededor. Estos "mass media" con su gran interés en ofrecernos continuas imágenes y noticias de guerras, asesinatos, genocidios, desastres naturales,... han conseguido acostumbrar y adormecer al ser humano.
Somos seres pasivos, que pasan de ser críticos ante tanta injusticia y devastación.
Somos el único ser que participa y disfruta de su propia destrucción.
¿Realmente son culpables los "mass media"?

Besos